sábado, 5 de noviembre de 2011

Cuando las cosas no salen

Hace bastante tiempo que no escribo en este blog. Seguramente algunos habrán pensado que ya no continuaría, o tal vez, que había dejado de correr. Pero no es así. Tras un considerable parón durante el verano, debido a las altas temperaturas, entre otras cosas, hace un par de meses que volví a correr. Además, lo hice con la mayor motivación e intensidad posibles. El verano fue algo duro. Pero en ningún momento he parado correr. La única diferencia es que en meses como julio o agosto las temperaturas son excesivamente altas. La deshidratación del cuerpo es muy rápida, por lo que no se podían correr grandes distancias. Esto, unido a que no tenía ningún objetivo inmediato hizo que decayeran mis ganas de salir a correr. De modo que apenas salía uno o dos días por semana. 

Una vez pasado este periodo, hacia septiembre, un amigo me planteó hacer una maratón. Me pareció una gran idea. Era el reto que necesitaba. Mi motivación se puso por las nubes, podemos decir que pasé de cero a cien en muy poco tiempo. De repente, comencé a correr unos cuatro días por semana, siguiendo un plan de entrenamiento específico. Conseguí en pocos días llegar a un nivel mejor del esperado y fui incrementando la intensidad paulatinamente. Del mismo modo, otro amigo que no sabía que me había hecho corredor me invito a otras dos carreras, ambas de 10 km. Cada vez veía más cerca la maratón y a la vez me sentía físicamente mejor, era el momento exacto para un reto de esta envergadura. 

Estaba seguro de mí mismo y bien físicamente, aunque he de reconocer que hubo periodos en los que empezaba a sentir algo de sobreentrenamiento, me estaba sobrecargando. Faltaban tan sólo 3 semanas para la susodicha carrera y unos días para una de las de 10 km. Pero esta vez no hubo suerte. Un problema familiar, unido a un posterior cambio de domicilio que tengo que hacer me han hecho desistir, muy a mi pesar, de mi primer gran reto. Aunque, como siempre, hay que sacarle la lectura positiva. Por un lado, el haber experimentado el nivel de preparación que he de hacer para un evento de tal magnitud y por otro,  la suerte de haber encontrado mientras esperaba el tren, justo antes de volver a casa, el libro de un autor que llevo mucho tiempo esperando leer, “De qué hablo cuando hablo de correr” de Murakami, que narra sus experiencias como corredor, que son muchas y muy variadas y que me han sido de gran ayuda para mantenerme  motivado y no quitar de mi mente el participar en la próxima maratón en la que tenga la ocasión de hacerlo.